"Las imágenes de Caruso que normalmente tienen un contenido oscuro son también imágenes con una construcción poética y conceptual notables."
En noviembre del año 2010 contactamos a Santiago Caruso. Un joven y brillante ilustrador argentino a quien habíamos conocido por el libro que ilustró ‘La condesa sangrienta’ de Alejandra Pizarnik. Las imágenes de Caruso que normalmente tienen un contenido oscuro son también imágenes con una construcción poética y conceptual notables. Por ello decidimos proponerle venir a Colombia y realizar el que sería el primer taller internacional de este proyecto y por el cual nos animamos a invitar a más personalidades.
Santiago realizó varias actividades en Bogotá, entre charlas y conferencias, y su taller contó con dos grupos, uno en la mañana y uno en la tarde.
Fue una semana extenuante para nuestro invitado, pero las conclusiones y resultados fueron excelentes. A juzgar por las opiniones de las personas que tomaron el curso, lo que dejó Santiago en Colombia fue un aporte sustancial al trabajo particular de cada cual. Su exigencia por el trabajo disciplinado y arduo, y el perfeccionamiento de las técnicas balanceadas con los conceptos, sumado a la su gran actitud y la música, nos enseña a continuar en este proceso por lograr cada vez una mayor apertura de la concepción de la imagen. Un saludo a Santiago.
JR: Buen día Santiago, será un gusto tener la visita de alguien de su talla aquí en Colombia. Para empezar con esta entrevista por favor hablenos un poco de cómo llega usted a la ilustración partiendo desde el estudio académico que supone una escuela de artes plásticas. ¿Qué tropiezos o facilidades le permitió ese espacio donde la imagen se lee en una lengua un poco distante a la de la ilustración?. ¿Cuáles son esos puntos de inflexión que lo llevaron a donde se encuentra ahora?.
Santiago Caruso: Mi experiencia en la academia de Bellas artes no fué la mejor. Por aquella época yo navegaba en la historieta y la ilustración, lo cual chocaba con el vacuo criterio de los docentes de taller que me tocaron, quienes estaban anclados en vanguardias obsoletas. A partir de la ilustración yo intuía cierta verdad que contrastaba con la nada que proponía la docencia. “Soltate”, decían. “Hagamos expresión corporal”. No se buscaba decir nada, para ellos todo se quedaba en la superficie, en la cáscara de las cosas y no me refiero a la apariencia de las cosas, a su reproducción o imitación al modo del renacimiento. Eso hubiera sido la verdadera vanguardia en esas clases. Todo era abstracción, experimentación sin fundamento, combinación de materiales ajenos a la pintura, instalaciones. Cuestiones de las que me declaré enemigo, más que nada por el nulo criterio artístico de las mismas y por su valor estético. Yo quería aprender a pintar y dibujar. Ahí sólo querían convertirme en un productor de manchas.
Recalco que yo entendía muchísimo menos que ahora, lo cual es poquísimo, pero intuía que había otra forma de hacer arte, que estaba anclada a un pensamiento o poética. Las respuestas me llegaron cuando, buscando y estudiando por mi cuenta, me encontré con los pintores simbolistas de fines de siglo XIX. Ahí estaba el anclaje de la pintura con lo mítico, con la leyenda, con la literatura. Ahí estaban el nexo entre el arte clásico y los primeros ilustradores de siglo XX, último reservorio del saber hacer y decir.
Esto último sucedió después de haber abandonado la academia a mitad de carrera para dedicarme a ilustrar para niños. Mis primeros años profesionales los pasé haciendo dibujos para libros educativos, con todas la trabas del asunto. Es decir que el estudio de la obra de Klimt, Schielle y Mucha entre otros, fueron los primeros vientos a favor de un cambio de rumbo, de lo infantil y humorístico hacia el drama y la noche. Aún conservo el humor, pero presentado de otro modo, ya no tanto en la distorsión caricaturesca de la figura si no en la idea misma.
La construcción progresiva de la técnica mixta de la que me sirvo, direccionó mi tono dramático aún más a lo trágico. Es cierto que el esgrafiado ya existía antes de que me concibiera mi madre, pero yo no lo conocía y fué un descubrimiento, casi un invento para mí.
Con él trato de hacer un genuino homenaje a todos los grabadores que admiro y sigo visitando asiduamente: Klinger, Durero, Kollwitz, etc.
JR: Cuando usted se refiere a esos cambios desde el humor y lo infantil hasta el drama y la noche, de la comedia casi ingenua a la tragedia y la ironía, cosa que se puede ver claramente en su trabajo, es dificil no hacer un puente directo entre sus imágenes y el teatro, o en otras palabras, ‘lo teatral’. Esto se aprecia claramente en los gestos y las acciones de sus personajes, o los escenarios y la luz; ¿Ha tenido influencia de los estudios teatrales? si es así, ¿Qué autores y obras ha observado? ¿Considera que el ilustrador es también un dramaturgo?
Santiago Caruso: Sí, el ilustrador puede ser un dramaturgo, o por lo menos un director teatral. Lo Teatral es parte escencial de mi arte, ya que al igual que el primero compongo un escenario, ese espacio irreal desde donde reflexionar sobre el espíritu humano. En el teatro y en el arte la utilización del espacio tiene fines discursivos. El actor principal tiene otra intensidad de luz o esta destacado en base a una composición cuyas tensiones lo destacan a él aunque hubiera muchísimos personajes secundarios y se encontrara en el fondo de la escena. Trato de no pensar las ilustraciones como un película, con encuadres propios del cómic que es hijo del cine. Eso es parte de mi quiebre con este género, con enfoques picados, grandes distorsiones de perspectiva, etc. Aunque veo muchísimo cine y muy poco teatro, me apego más a un modo de componer y mostrar que está anclado en el arte clásico, el cual esta obviamente ligado al teatro y no al cine. No vas a encontrar en pintura anterior a la fotografía de fines de siglo XIX, ningún plano americano, ni cabecitas al borde de un cuadro. De todos modos uno es lo que es, y vive donde le toca, así que la influencia del cine está, pero no siempre en la óptica de mis cuadros. Ves?, las ilustraciones las pienso como cuadros, como piezas de arte.
Respecto a los gestos y acciones de mis actores, creo que son influencia del romanticismo y el simbolismo en la pintura y del cine expresionista alemán. Estos tres corrientes silenciosas provienen del Teatro, porque se sirven de lo istriónico para transmitir una emoción, para “decir” lo que necesitan sin palabras.
JR: En la ilustración existe normalmente un encuentro entre el preciosismo técnico y los conceptos. No siempre un muy buen dibujo supone una buena ilustración, ni tampoco una buena ilustración un buen dibujo. Sin embargo, el manejo concepto-técnica de su trabajo es bien equilibrado y potente. ¿Qué tiene en cuenta en sus procesos creativos para mantener ese balance?
Santiago Caruso: Ambas cosas no siempre estan balanceadas en mi trabajo. A veces cuando termino un trabajo y entrego, me doy cuenta de alguna cosa que se podría haber cambiado para mejorar la cuestión. Me refiero más que nada a mi trabajo editorial para Caras y Caretas, para el cual no cuento con mucho tiempo. En cuanto a lo técnico me esmero siempre y creo que es bastante parejo el resultado. Hay que pensar mucho para componer una idea, aunque cuando esta sólida la estructura de la idea, apenas boceto y me largo a trabajar. No es lo recomendable, pero me siento bastante cómodo. Por supuesto creo que los mejores trabajos son los que se han bocetado y planeado en demasía. Lo importante es saber lo que se quiere decir, ponerlo en imagen y luego tratar de leerlo como si lo hubiera hecho alguien más. Si funciona se pinta, se concreta.
Conviene dejar ciertas cosas abiertas en los significantes gráficos, es decir buscar los signos que representen la idea del modo más universal para que pueda ser entendido el mensaje por mayor cantidad de personas. De todas maneras hay gente que interpreta cualquier cosa, o bien, lee algo más que se nos escapó y que enriquece nuestro discurso gráfico.
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JR: Es interesante cómo ultimamente se ha planteado de forma tan potente el tema de la ilustración en todo el mundo. Los nuevos medios han permitido la expansión del campo y la posibilidad de que nuevos ilustradores salgan a escena sin necesidad de tener la bendición de una gran empresa editorial. De igual modo proyectos independientes ven la luz usando otros mecanismos distintos a los andamiajes que regían hace algunos años. Y muchos portales web se están peliando ahora la última palabra. ¿Qué sucede en Argentina respecto al campo de la ilustración; profesionalización, las comunidades de ilustradores, el movimiento en general? ¿Participa usted de algún proyecto independiente?¿Cómo ha influenciado esto en su trabajo?
Santiago Caruso: Aquí en Argentina, como agrupación de ilustradores esta la ADA (Asociación de Dibujantes Argentinos)www.a-d-a.com.ar y el Foro de Ilustradores,www.forodeilustradores.com.ar/. Yo pertenecí a la ADA y colaboré en muchos proyectos: exposiciones y hasta ediciones propias. En 2006 se hizo una edición tamaño A4 de 500 copias llamada “Grafias” que reunía dibujos y bocetos de 5 dibujantes de la asociación. Fué una buena idea. Estas agrupaciones ayudan a informar a los ilustradores jóvenes sobre sus derechos y a cómo desenvolverse mejor en el campo laboral.
Sin embargo, el campo de la ilustración aquí en Argentina esta bastardeado. El ilustrador de libros no es considerado autor, y en general les niegan los royalties(regalías) que por derecho corresponden. La mayoría se dedica a la ilustración de libros educativos, lo que llamamos manuales, con todas las restricciones que el medio exige. Tambien el tema de los grandes grupos editoriales precariza el trabajo en este sentido: Por ejemplo Macmillan compró a varias editoriales argentinas de libros educativos. Si vos necesitas trabajar con cualquier editorial de su grupo, debes firmar un contrato en el cual tus imágenes ahora son propiedad de ellos, pudiendo los segundos disponer de las mismas para el uso que quieran. Vendiste tu alma, porque ellos disponen de tu imagen para cualquier otro sello del grupo. Es decir, si hiciste un trabajo para Puerto de Palos, uno de los sellos, estas obligado a firmar ese contrato, entonces ellos pueden publicar tu trabajo en Estrada, otra sello del grupo.
Cuando yo empecé a trabajar en 2001, fué en estos medios y había más trabajo, un criterio más abierto y mejor trato. Hoy todo es digital, plano, cercano a esos personajes publicitarios. Las excepciones son los artistas que ya vienen trabajando hace tiempo, a ellos los consideran. Quiero decir que el medio no respeta al ilustrador. Ambas asociaciones deberían hacerse eco de estos problemas e intentar una solción.
Para quienes nos dedicamos a un tipo de ilustración para jóvenes o adultos, aunque recientemente he ilustrado El Cerezo de Daisaku Ikeda, casi no hay lugar dónde publicar. La excepción es Caras y Caretas, pero aquí uno debe atenerse a la temática Histórico – Política, la cual me interesa particularmente, aunque trato de ponerla en imagen de un modo artístico y que la misma sea una obra plástica con cierta independencia de la nota. Es difícil, porque el editor exige ciertas obviedades en la imagen y cuando uno vuela un poco de más, no es comprendido por ellos y termina fuera de la portada en alguna página olvidada. Eso no me hace sentir valorado en la revista.
Para mi país yo me muevo entre las imágenes de Caras y Caretas y alguna que otra reciente portada para Planeta. Este año incursioné con gran placer en la ilustración histórica para SOl90, dentro de la colección Grandes Enigmas de la Historia. A partir de esto trabajé en una campaña sobre el Bicentenario del país para la revista Noticias. Pero creo que este interés es momentáneo por los festejos de este año.
En fin, creo que habría que apostar a proyectos independientes, a la autoedición. Los amigos del blog Vivo con mi Madre, hacen rápidos dibujos de superhéroes como homenaje al género. Qué bueno el laburo de Alcatena, Luján y Baró. Considero que el apuro del speed painting deberían dejárselo a los amantes de los récords y que junten muchos buenos trabajos y busquen la manera de editarlos en papel. No es una crítica sino una sugerencia, para aprovechar lo que me parece un muy buen material. He participado con una imágen sobre Sandman en este blog y también he realizado una ilustración, para un bestiario que el maestro Quique Alcatena va acrecentando en su blog. Ojalá se pueda hacer una buena edición deesto también.
Con el amigo y colega Federico Parolo estamos arrancando con un proyecto de libro que nos tomará mil años, pero que haremos con felicidad en los tiempos muertos de trabajo.