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Juul: el libro donde despedazan a un niño

De Maeyer, Gregie y Vanmechelen, Koen. Juul. (1996). Santos, Nuria G. (Trad.). Salamanca: Lóguez Ediciones. 3ra ed. 2009.

Juul es un personaje que tiene el cuerpo de madera y a quien los demás molestan. Hacen comentarios de su cuerpo y para evitar que lo acosen, se desarma poco a poco. Lo molestan por su cabello rojo, así que Juul se lo corta; después lo molestan por sus orejas y él se las quita, luego sus manos, sus piernas, su torso. Solo queda su cabeza y escribe su historia con un lápiz que sostiene en la boca. En las páginas del libro se mira en las fotografías cómo el muñeco de madera pierde, una tras otra, las partes de su cuerpo.
Mientras el texto expone la crueldad de un grupo de niños anónimo, Gregie de Maeyer y Koen Vanmechelen usan las fotografías de un muñeco de madera para representar al personaje que le da el título a su libro, Juul (1996). Es decir que durante la lectura miramos a la víctima y escuchamos a los victimarios. El muñeco tiene forma humana y parece que se puede armar y desarmar; es la clase de muñeco que, después de desmembrarlo, debería volver a tomar su forma si las piezas se ponen en su lugar, pero la narración deja esta posibilidad en un segundo plano. Brazos, piernas, manos, cabeza, pies, cuello, torso… todas las partes que se desprenden resultan siniestras porque el juguete experimenta los límites del cuerpo humano. Las voces del narrador y de los niños convierten al lector en un testigo incapaz de detener el proceso en el que Juul pierde todo menos la cabeza.

Los niños que se ríen de Juul hacen que se cuestione la manera en la que se puede creer que el lenguaje interviene o no en la realidad. Ellos usan comparaciones y metáforas para atacar al muñeco, figuras que desfiguran al personaje en medio de una mezcla de objetos y animales, lo que hace a Juul perder su autoestima. Aunque la actitud pasiva del juguete y su autodestrucción progresiva resulten exageradas, en el exceso desmedido de la consecuencia en relación con el efecto, es decir, en la aparente falta de concordancia entre el acoso de los niños y las decisiones que toma Juul respecto a su cuerpo, se puede encontrar parodiada la unión entre lo que una persona es y lo que podemos decir de ella.

La de Juul es una lectura incómoda, acompañada por las fotografías increíblemente sugerentes de un muñeco que se mutila a sí mismo. Cada imagen evidencia la violencia que tienen las palabras de la narración. Los párrafos y las oraciones cortas incrementan en el lector la sensación de que se pierde a sí mismo en la agresión ejercida contra otro. El muñeco de madera y las partes de su cuerpo, separadas unas de las otras y solas en cada fotografía, sugieren que el libro es, de alguna forma, un archivo forense.
La moraleja que motiva el libro puede poner en crisis la idea que nos impulsa a terminar de leerlo. Por un lado, podemos pensar que Juul no enseña que “no te debes burlar de los demás”, pero por otro lado, podemos pensar que Juul “no se debería dejar”, como si fuera responsabilidad suya la agresión que recibe. Este dilema en el que nos podemos encontrar como lectores se resuelve si se considera que la redención del personaje es una esperanza que el libro no deja perder aunque se pasen las páginas llenas de insultos deshumanizantes, una detrás de la otra.

Por Cruz. 2018