Su forma de agricultura urbana se ha ido esparciendo lentamente por entre los visitantes que van a su casa, por el barrio, por quienes la conocen y la han oído.
En el centro internacional de la ciudad de Bogotá, además de los edificios de oficinas y la densa población de ejecutivos que hace parte del panorama normal de la zona, la casa de doña Elena toma lugar. Rodeada por un paisaje poco convencional, la huerta de esta señora crece hasta los límites del patio de su antigua casa. Como un oasis en medio del desierto, vegetales de todo tipo emergen de la tierra en medio del caos y el aire contaminado de Bogotá. Elena, la dueña y creadora de este pedacito de ciudad, desde hace años se ha dedicado a revolucionar su propia forma de vivir y de alimentarse. Sin haber tenido alguna experiencia en este campo, doña Elena decidió hacer de su propio patio trasero su plaza de mercado personal.
Es importante mencionar que esta casa, así como doña Elena, es un lugar autentico que hace parte de aquellas singularidades que la ciudad de Bogotá aún conserva. Para llegar a esta casa toca recorrer un laberintico pasadizo peatonal que se encuentra en un pequeño barrio abajo de la perseverancia que es ahora un enclave dentro del centro internacional. Por una angosta puerta metálica que no permite imaginarse lo que hay al abrirla, se entra a la casa de Elena: custodiada por un ciprés gigante y muy antiguo, pues según la dueña fue sembrado a la llegada de los españoles, esta casa se asemeja a alguna casa campesina en medio del campo. A la derecha una casona vieja pero en perfecto estado y a la izquierda los invernaderos que aprovechan cada espacio libre de ese patio. El lugar es extrañamente silencioso e inclusive huele diferente que el resto de la ciudad.
Lo que fue alguna vez una genuina idea se ha convertido en un resultado inimaginable: Elena hace helados, obleas, tortas, dulces, mermeladas de lechuga, cebolla, espinaca, quínoa, marihuana, apio, y de un sin fin de sabores todos extraídos de su tierra, hace comida vegana, comida sin procesar, sin transgénicos, sin ningún químico ni saborizante y lo más importante, hace comida deliciosa. Por otro lado la señora se ha dedicado a dar talleres de cómo sembrar en la casa de uno mismo y producir la materia prima para el consumo propio de manera totalmente orgánica. Además, enseña a preparar la comida que ella realiza con vegetales.
Sin duda alguna doña Elena es un ejemplo a seguir para su barrio y para la gente de la ciudad. Ha tomado diferentes cursos que la han preparado para todo lo que hace, sin embargo, es su propia experiencia lo que la ha llevado al punto donde se encuentra. Hoy en día, esta señora es reconocida por su conocimiento, empeño y emprendimiento para lograr aquello que crece bajo los invernaderos que ella misma instaló en el área de su territorio. No solo la forma única en la que cultiva y prepara sus alimentos hacen de Elena y la visita a su casa una vivencia única y llamativa, pues también cosas como el reciclaje de las aguas lluvias para regar las plantas, la utilización de los desechos orgánicos y la forma de cosechar cortando en vez de arrancando vuelven de este un recorrido que genera conocimiento. La llaman para realizar diferentes proyectos a lo largo de la ciudad y participar con sus originales ideas, la han entrevistado innumerables veces y su forma de agricultura urbana se ha ido esparciendo lentamente por entre los visitantes que van a su casa, por el barrio, por quienes la conocen y la han oído.
La huerta urbana que crece en el corazón de la ciudad rompe con cualquier expectativa con la que uno llega. Lastimosamente doña Elena lucha todos los días para mantener la casa pues alrededor están construyendo cada vez más edificios más grandes y altos que amenazan con su seguridad y la posibilidad de tener una huerta la cual necesita de sol y aire fresco. Pese a las circunstancias la huerta urbana de doña Elena sigue resistiendo mediante el conocimiento que ha cosechado durante años de experiencia. Finalmente, dejo a su juicio para que vayan y visiten a doña Elena, prueben y decidan cuál es su plato preferido pues su tierra sigue siendo fértil y su sabiduría invaluable.
¿DÓNDE?
La huerta urbana de doña Elena
Huerta Elena Villamil
Carrera 5ª A # 31-40, barrio San Martín Centro
Contacto: 3138285482 – 2451100