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Lucho Rodríguez: 21000 días de ilustración

por CasaTinta

Hay tesoros que han sido bien guardados por razones que no comprendemos. Y encontrarlos supone tanta sorpresa como admiración. Tanto cariño como respeto. Es por ello que nos resulta un placer haber encontrado a Lucho Rodríguez, uno de los ilustradores más particulares de la ilustración colombiana, y es más valioso cuando tuvimos ese descubrimiento lejos del nudo mediático que supone el mundo actual, donde la mayoría de creadores están en una carrera fatigante de reconocimiento.

La historia empieza en 2008, cuando conocimos a Lucho y su trabajo, cuando a penas estábamos estudiando en la universidad y CasaTinta o el Congreso fig. no era ni siquiera un sueño. Por ello en ese momento no comprendíamos la dimensión del personaje que tuvimos en frente y dejamos ese contacto a un lado. Fue hasta los primeros meses de 2015 que una llamada de la Cámara del Libro de Bogotá, nos trajo a Lucho a flote, y en cuestión de días nos encontrábamos embarcados en un bus dirigiéndonos a Cajicá (Pueblo cercano a Bogotá), lugar de vivienda de este ilustrador, donde fuimos recibidos con mucho entusiasmo y generosidad por él y su esposa. En su taller, un lugar silencioso que contrasta con el ruido y velocidad de la capital, Lucho nos habló de su vida y obra, pero sobre todo de su amor por el diseño, la ilustración, los animales y los libros.
A sus 87 años, Lucho nos habló con propiedad, ternura y una alegría contagiosa, que solo ha sido construida por una vida llena de la satisfacción de quien ha hecho lo que más le gusta, y contando siempre con el apoyo persistente de su esposa y familia. Los años ya han hecho de las suyas con su cuerpo, pero es impresionante su lucidez a la hora de contar su sin fin de anécdotas. Sus palabras guardan una sabiduría discreta pero generosa.

Lucho tiene una trayectoria de más de medio siglo, primero como publicista, donde anduvo entre Colombia y Venezuela, y muchos países del mundo, entendiendo una cantidad grandiosa de procesos alrededor del campo hasta un límite que lo llevo hace apenas 11 años a cortar radicalmente con la publicidad y dedicarse exclusivamente a la ilustración, y a pintar “animalitos y cositas” como el modestamente menciona, pero pintar todos los días con una disciplina implacable. En su relato nos evidenció la breve historia de la ilustración colombiana, y como apenas está tomando fuerza en los años recientes.
El trabajo de Lucho Rodríguez es un trabajo dedicado a simplificar geométricamente animales, prendas y objetos de culturas universales y personajes históricos, dirigido en su mayoría a proyectos editoriales. Estas imágenes, que nos recuerdan al ilustrador norteamericano Charley Harper, implican decisiones precisas de color y forma, que es justo donde radica su estética; en la síntesis de gestos, anatomía y atmósferas de sus personajes, para traducirlos en colores planos, líneas y formas simples aplicados con témpera sobre papel, rapidógrafos y tiralíneas.

También implican un cuidado milimétrico de la factura, junto con un respeto por la técnica, la elección y conservación de los materiales, y el uso de papeles especiales. Además de estar atento de brindar personalidad a cada elemento en la ilustración, creado por un intrincado proceso de bocetación que deviene de observar e interpretar, donde la paciencia tiene que estar siempre presente. Al final, realizar la imagen no es como usar un software especializado donde solo con un “click ” puede cambiarse color y forma, sino que implica una serie de toma de decisiones previas para llegar a la conclusión más precisa, con el objetivo de dedicarse horas a dibujar y pintar.

Algunas de estas imágenes hicieron parte de la exposición que hizo en CasaTinta en el marco del Congreso Internacional de Ilustración Fig.05 (Abril 2015). Pero Lucho tiene un portafolio con miles de ilustraciones y una docena de proyectos desarrollados, algunos sin publicar, que lo vuelven un coleccionista único en su especie. Entre las variedades nos presentó proyectos para los más pequeños, algunos libros sobre animales en extinción, otro de máscaras del mundo y uno muy curioso que homenajea a personajes que se han encargado de investigar sobre los animales, que suman más de tres mil piezas.

a exposición estuvo compuesta por una muestra de ciento veinte ilustraciones, todas realizadas en tempera sobre papel, donde se proponía un recorrido por cada proyecto, para detallar las imágenes con el mismo ojo milimétrico que usó Lucho para hacerlas.

Mientras nos mostraba su trabajo en el taller, notamos que Lucho Rodríguez parece un joven hiperactivo que tiene ganas de más y más. “Me gustaría tener 30 años para seguir aprendiendo e ilustrando” dice mientras señalaba que le encanta estar rodeado de jóvenes con espíritus curiosos y energéticos, y no con “viejos” que solo hablan de la tensión arterial y otras enfermedades comunes de los años.
Sin embargo, el consejo más importante y sensato que nos compartió fue el de conservar constancia en el trabajo, el dar todo por el todo sin importar el sacrificio que eso corresponda y evitar el afán por el reconocimiento inmediato. Algo que está muy a la orden del día; “la fama por la fama no es más que eso” concluía.

Esto demuestra la pasión de él por lo que hace y lo que lo rodea; nos comentó que esas ansias de conocer lo llevaron a los libros: “Me gastaba casi todo mi sueldo en libros, así no hubiera para el mercado” nos dijo mientras su esposa esbozaba una sonrisa pícara. Los libros fueron fundamentales al momento de aprender, y para él es sustancial compartir ese conocimiento con las nuevas generaciones. Por ello Lucho nos sorprendió con todo un acto de generosidad al donar a CasaTinta su colección de libros, construida por años de viajes e intereses, que suma mil quinientos volúmenes de distintos formatos y temáticas, de los cuales hay un millar de títulos sobre ilustración, arte, diseño, publicidad, arquitectura y afines. Con esta colección realizamos en nuestra sede una biblioteca que tiene su nombre, abierta a todo aquel interesado.
El retorno a la ciudad después de visitar el taller de Lucho Rodríguez fue silencioso. Como cuando se regresa de un largo viaje nutrido de experiencias y sensaciones, solo que nuestro viaje fue de una mañana y nuestro pensamiento estaba revolucionado: encontrar un tesoro al principio genera un placer enrome, pero también se vuelve un nuevo inicio que implica mucho trabajo. Y con ello Lucho Rodríguez no solo se ha convertido en una fuente de inspiración para ésta casa y para todos, sino en un hito.

¡Gracias Lucho!

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